Una red organizada detrás de los incendios patagónicos


Hace más de tres semanas, el 90% de los focos de incendio en la zona patagónica argentina se habían reducido drásticamente. Sin embargo, la sirena al parecer no había dado la última voz, y los focos nuevamente comenzaron a avivarse, convirtiéndose en lo que se conoce ya como uno de los peores incendios que ha vivenciado la Argentina.

Para las poblaciones patagónicas no hay ninguna duda de la intencionalidad de los incendios, y la misma naturaleza lo pone en evidencia: en el Parque Nacional Los Alerces hay árboles de más de 2000 años que aún perduran sin haber conocido el fuego, lo que da la pauta de la dificultad de la misma naturaleza para arrasar con estos bosques.

Pero el viento sobre el fuego, además de avivar las llamas, trajo mucha especulación sobre los responsables del incendio: sobre los verdaderos propietarios de las tierras que se benefician; sobre los privados y los fiscales; sobre su desvalorización por la carencia de bosques; y sobre su revalorización para emprendimientos inmobiliarios. El viento aventó el tiempo donde la política enfrenta y separa, donde comienzan los bandos a echarse la culpa, y donde el “divide y reinarás” incendia y quema los corazones que no ven, encandilados por la llama. El calor de las palabras arrasa más que cualquier fuego, dirigiendo el pensamiento poco a poco al terreno de lo intrascendente. Así ha sido siempre en la política, donde luego a escondidas son todos amigos, mientras el pueblo sigue dividido.

 

 Donde hubo fuego, cenizas quedan

Para sorpresa de los lugareños, el fuego que se apagaba en un lugar se encendía en otro pero multiplicado por dos. Y entre el humo y la confusión varias personas descubrían movimientos extraños entre los cerros, como por ejemplo, un hombre al que vieron caminar por la Villa de Lago Puelo arrojando al bosque una especie de bomba incendiaria, que largaba focos para varios lugares al mismo tiempo. El artilugio utilizado al parecer no era una simple “molotov”, sino algo más sofisticado que dispersó el fuego con una rapidez desconocida.

También es valioso el testimonio de un poblador que fue a ver las vertientes de sus tierras porque había poca agua y que al caminar por el cerro encontró ramas preparadas en forma de fogata y listas para ser encendidas. Mientras dispersaba las maderas, observó que más arriba en el cerro el humo comenzaba a despuntar. Estaban prendiendo otro foco en ese instante. 

 

¿Quién está detrás de todo esto?

 

Los incendios se dan en varios lugares al mismo tiempo. Por lógica, esto requiere una acción coordinada, lo que supone la existencia de una organización detrás, con buena logísitica y comunicación, que trabaja simultáneamente en varios frentes. Y si relacionamos que los incendios se dan tanto en la patagonia de Chile como en la de Argentina, podríamos atravernos a decir que la organización también tiene presencia internacional. En todo Chile hay 75 focos activos de incendios forestales, en las regiones de Valparaíso, O'Higgins, Bío Bío, La Araucanía, Los Ríos, Los Lagos y Aysén. Ya afectan un total de casi 3.400 hectáreas. Si atamos estos cabos, podremos interpretar que hay un interés compartido por las tierras de Chile y Argentina.

¿Acaso una organización diseminada en tan amplio territorio –que excede al de una intendencia– y con recursos de logística tan grandes no podría estar al mismo tiempo en el gobierno y la oposición? ¿Tiene que tener nombre para poder ser identificada? ¿Será que cambiando de Gobierno esto se soluciona? Muchas especulaciones se pueden entretejer para identificar a los responsables de los incendios, pero hay una que nunca falla: Por los frutos se conoce al árbol. Lo que crezca a partir de ahora  sobre las tierras calcinadas, será el mejor testimonio del responsable. Mientras que las acciones de los que buscan la verdad de los hechos, dirán de su Verdad por el fruto que de ellas salgan.

Hoy la lluvia comienza a aparecer, mientras las cenizas quedan como testimonio.

 

El antecedente del Paine

En el año 2011, un terrible incendio en el sur de Chile destruyó más de 17.000 hectáreas de bosques patagónicos en el Parque Nacional Torres del Paine. Tiempo después, la justicia chilena determinó como responsable del incendio a un mochilero israelí. Fue uno de los incedios más grandes registrados en la historia de Chile.

¿Qué pasó después? Israel envió un comunicado oficial al gobierno chileno ofreciendo la asistencia técnica de una misión de expertos para colaborar en las labores de reforestación, con lo que se vio aumentada la presencia israelí en el país trasandino. Sin embargo, la lenga -el árbol más extendido del sur patagónico-, no rebrota. Como se ve, una vez desatado el fuego, la vida sigue, pero no todo vuelve a la normalidad aunque llegue la lluvia. Por eso el fuego enseña que estar atentos es la mejor defensa.